El reciente anuncio de urbanización del Ramanso Valerio es un hecho histórico. Una reivindicación que viene desde hace años. Un acontecimiento que da dignidad a un barrio cargado de identidad.
Esa búsqueda de respeto popular parece que esta vez tendrá una respuesta, ochenta años después del primer registro de asentamiento estable del paraje pesquero que tiene una historia anterior a la misma conformación de la colonia que creara Lisandro Paganini en 1889.
Según dicen las noticias, que avanzan sobre el proyecto, la urbanización contempla a 345 familias residentes en el barrio costero baigorriense, a la vera del Paraná, en las últimas tierras más costosas de la ciudad y una de las más codiciadas en el sur provincial.
Para remontarse a este acontecimiento hay que ser honesto al afirmar que el mismo intendente Maglia, desde los inicios de su gestión, allá por diciembre de 2013, tuvo como meta la integración de los remanseros a la ciudad, dándole a la barriada la importancia que esta necesita.
Adrián, como continuidad de la administración de Alejandro Ramos, quien fue el precursor de la apertura de calles y la construcción de edificios comunitarios en el vecindario ribereño, supo que había que seguir en esa senda, pero con los recursos municipales sería imposible.
Con la creación de Ente de Coordinación Metropolitana (ECOM) en 2016, la idea siempre publicitada, pero nunca llevada adelante, de pensar a la región como una sola cuestión geográfica, comercial, social, comunitaria y humana, la intención del qué hacer con el Remanso Valerio volvió a tomar fuerza.
Tras los relevamientos elaborados por el ECOM, donde el Municipio local apoyó y apostó fervientemente, salieron dos iniciativas potentes para la ciudad, que en su esencia cambiarían Baigorria.
Uno fue el predio Eva Perón, que supo tener como en primera instancias el nombre de Complejo Paganini, con la reutilización de los campos traseros del hospital Eva Perón y Hogar Escuela, mediante la apertura de calles, la creación de parques y espacios verdes.
El otro emprendimiento fue el “Parque Cabecera”, que además de la urbanización del Remanso Valerio también avala el desarrollo inmobiliario de edificios para uso familiar y comercial, con la construcción de un gran centro cultural, en reemplazo del malogrado Puerto de la Música.
Lo que se supo del proyecto es que, a través del Plan ABRE, el gobierno provincial intentará mejorar las condiciones de habitabilidad en las viviendas del barrio costero, en conjunto con el desarrollo de obras de cloacas, agua potable, alumbrado público y desagües. En rigor la inversión del Estado santafesino ronda los 5 mil millones de pesos.
También se delimitó en un radio de 15 kilómetros el barrio, para el reacomodamiento de lo ya expuesto en el párrafo anterior. O sea, que en las restantes hectáreas de los gigantes lotes se construirá el centro cultural, que reemplazará el Puerto de la Música, y la edificación de torres y departamentos, tanto de uso comercial como familiar.
Lo que muchos ya llaman; “Una ciudad dentro de una ciudad”.
Que el Remanso Valerio pueda ser urbanizado es una gran noticia.
Que los Estados, provincial y local, jueguen a favor de la gente es una necesidad que urge, más en una comunidad que sólo es nombrada por cuestiones vinculadas a hechos de inseguridad, o, como una mirada que hace match con estos tiempos, por futuras inversiones inmobiliarias.
Será necesario, una vez que todo esté culminado, que el Estado no se retire del Remanso. Que apueste a los jóvenes y a las familias que han esperado y luchado por esto que está apunto de pasar.
Para que el Remanso, los emprendimientos inmobiliarios futuros, y Granadero Baigorria sea una sola ciudad, habrá que acompañar los cambios, con la misma inquebrantable exigencia que ya demostraron los vecinos costeros.