Sábado, 12 Septiembre 2020 Una ciudad sin Dios

El asesinato de Coto Medrano y la disputa del territorio narco baigorriense

Por Lic. Hugo Cravero

El hombre pequeño, embebido dentro de un camperón de entrenamiento, similar a los que usan los jugadores de Newell's Old Boys en pleno invierno, ingresó a La Perla, una mañana congelada de julio de 2019, e inmediatamente el concejal cambió el semblante. Su rostro se mostró preocupado, algo temeroso. Su único atajo fue preguntarle al periodista que estaba con él, en medio de un café bastante conversado, si sabía quién era.
- Sabés quién es ése – consultó al desprevenido escriba baigorriense.
No hizo falta la negativa del comunicador para que el legislador le respondiera casi de inmediato.
- Ése es el Coto. Uno de la barrabrava de Ñuls. Un nene... tiene un montón de causas por narcotráfico.

La presencia de Marcelo Coto Medrano en el bar céntrico de Baigorria se repitió en varias ocasiones durante el año 19, álgido y electoral. Bajaba de su chata blanca cuatro por cuatro de un salto. Era respetuoso con todos, con las empleadas y los parroquianos. Desayunaba en silencio y se iba.
No parecía que ese muchacho de cara redonda, pelo lacio y raya al medio, ojos vivaces, siempre vestido con chombas, buzos o camperas del rojinegro rosarino, era un hampón con condenas e imputaciones por narcotráfico, actos violentos y robos calificados.
Ni mucho menos que iba ser emboscado y asesinado por sicarios a la salida de la YPF Raúl, la noche del jueves 10 pasadas las 23 horas.

El crimen del reconocido delincuente estuvo bien planeado.
Coto se había refugiado en Victoria, Entre Ríos, porque estaba amenazado de muerte, y hacía un mes que había vuelto a la región. Medrano había sido parte de la banda de Los Monos, pero se “había cortado solo” desde hacía tiempo, lo que le había generado una enemistad con la organización narcocriminal.
Su regreso a la zona se supo, pero según fuentes judiciales no se sabía dónde residía.
La noche del jueves 10, pasadas las 23 horas ingresó al shop de la YPF Raúl, en la cuña que hace Eva Perón, Arenales y Ruta 11, enfrente del hospital emblema de la provincia, para comprar unas pastillas de menta. Al salir del comercio, un hombre se le acercó y lo increpó con claras intenciones de ejecutarlo. Coto reaccionó corriendo hacía su vehículo, que estaba estacionado cerca de Pueyrredón y Eva Perón, donde esperaban su esposa y uno de sus hijos.
Las desoladas calles baigorrienses hicieron retumbar con más potencia los impactos de las balas 9 milímetros. En algún momento de la desesperada huida de Marcelo, un proyectil le dio en el abdomen, lo que hizo que mermara su andar.
Luego fue alcanzado por otra ráfaga furiosa, cayendo herido de muerte en la acera vacía de gente, cargada de pólvora y odio. Ya agonizante en el piso, Coto fue rematado vilmente, destrozándole la mandíbula y la base del cuello.
El cuerpo tenía 15 disparos.
Todo indica que fueron dos los matadores contratados, y que se movilizaban en un Ford Eco Sport blanca.

Coto inició su andar delictivo de joven.
Medrano tenía 44 años al fallecer, pero un largo historial criminal, vinculado al narcotráfico, la violencia, la barrabrava leprosa y el robo calificado.
En 2010 fue condenado a 6 años de prisión por una causa de narcotráfico por la Justicia Federal y en 2018 a dos años de cárcel, a través de un procedimiento abreviado, donde salió en libertad al poco tiempo.
Coto cayó en marzo de 2017 en un procedimiento que hizo la Policía Federal. La Fiscalía lo investigaba por varios hechos y la fiscal Georgina Pairola lo llevó a audiencia imputativa, y lo acusó de tres hechos ocurridos entre 2014 y 2015, relacionados entre sí.
Un cadete fue baleado en octubre de 2014 frente a su trabajo. Cuando se recuperó de las lesiones y volvió al trabajo se enteró por comentario que la bronca venía por el lado de Coto. La víctima dijo que Medrano pensó que era de la barra y el imputado quería tomar el mando del paravalanchas de Newell's, explicó la fiscal en la audiencia. En julio del año siguiente lo encontró en la calle. Coto estaba con su hermano, Matías, y lo amenazaron para que no vuelva a la cancha, ni al barrio,
También lo imputaron por un ataque a tiros a familiares del cadete dónde tres personas resultaron heridas, entre ellas un hombre de 70 años. Hecho en el que habría participado junto a su hermano que se llevó la imputación más grave, la fiscal le achacó una tentativa de homicidio mientras que a Coto un abuso de armas.

En 2019 Medrano intensificó su presencia en Granadero Baigorria. Hay rumores que afirman que vivía, con su nueva pareja en Liniers al 1800, en Martìn Fierro, y a su vez que estaba construyendo una casa en Los Robles. Su estancia local sumó a su rivalidad territorial con otros gángster de prosapia que actúan en la zona.
Las crónicas de balaceras nocturnas en viviendas de la localidad son cotidianas. El territorio narco baigorriense está en disputa. Una guerra a la cual la ciudadanía ha sido invitada sin previo aviso.
La venta de estupefacientes en las barriadas se regula a fuerza de fuego, temor y muerte.
Episodios que no tienen fronteras, ni escrúpulos, al definirse quiénes mandan en la ciudad sin Dios.

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